Permanecer en Cristo: La clave para la productividad espiritual

¡Comparte esta lectura con tus amigos!

Yo sé que has estado allí. Los desiertos espirituales son agotadores. La sequía espiritual drena nuestras energías y vitalidad. No eres el único que lo ha experimentado. De hecho, creo que hay un buen número de cristianos que viven en una especie de desierto espiritual casi permanente. Se desvelan preguntándose cuál es la clave para producir fruto espiritual, la clave para tener una vida cristiana productiva.

Hasta los mejores creyentes han enfrentado esto que algunos han llamado “depresión espiritual”. Por ejemplo, el rey David enfrentó una sequía espiritual que lo hacía anhelar a Dios con desesperación. Esto lo llevó a componer el Salmo 42, uno de los salmos más hermosos de todo el salterio:

“Como ansía el venado las corrientes de las aguas, así te ansía a ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo iré para presentarme delante de Dios?” (Salmo 42:1-2)

Las palabras de estos primeros dos versículos nos parecen hermosas, pero en realidad son un grito de desesperación de parte del salmista. Mira lo que sigue diciendo:

“Mis lágrimas han sido mi alimento día y noche mientras me dicen todos los días: “¿Dónde está tu Dios?” (Salmo 42:3)

Las palabras del salmista reflejan una tristeza profunda que ha afectado todas las áreas de su vida. No es casualidad que muchos llamen a este “el salmo de un alma deprimida”. Y es en estas palabras de desesperación que también encontramos la respuesta a este estado trágico del alma, o lo que R.C. Sproul llamaba “la noche oscura del alma”. El salmista sabe que la solución a su gran problema es estar cerca de Dios. Por eso, anhela estar en la congregación del pueblo de Dios y encontrar plenitud en la presencia de Dios en el templo.

Por supuesto, esto fue escrito en un momento en el que los creyentes del Antiguo Testamento entendían que la presencia del Dios de Israel se concentraba principalmente en el templo. Sin embargo, nuestra situación no es tan distinta. Aunque sabemos que podemos tener comunión con Dios en cualquier momento y lugar, constantemente nos preguntamos cuál es la clave para producir frutos espirituales que glorifiquen a Dios y nos produzcan satisfacción espiritual. Y es aquí, donde las palabras de Jesús, registradas en el Evangelio de Juan 15:4-6, cobran total sentido:

“Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como la rama no puede llevar fruto por sí sola si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto. Pero separados de mí nada pueden hacer. Si alguien no permanece en mí, es echado fuera como rama y se seca. Y las recogen y las echan en el fuego, y son quemadas.” (Juan 15:4-6)

Aquí está, ante nuestros ojos, la clave para una vida espiritual productiva. Para vivir una vida cristiana llena de frutos espirituales, necesitamos permanecer en Cristo.

La permanencia conduce a la productividad. Y este es un principio importante que aplica a todas las áreas de la vida. Yo sé que lo has podido comprobar antes. Inicias un proyecto con altos niveles de motivación. Liberas altos niveles de dopamina en las primeras horas del proyecto, imaginando cómo será tu vida cuando recojas los frutos del esfuerzo que tienes por delante. Sin embargo, a medida que pasan las horas y los días, tu motivación va decayendo poco a poco. Es en ese punto en el que necesitas cambiar de la motivación que te permite arrancar, a la disciplina que te permite permanecer. Lastimosamente, también, es aquí cuando todo cambia. No permaneces. No persistes. Y todo se viene abajo.

La vida cristiana es similar. Necesitas permanecer en Cristo si quieres tener una vida espiritual llena de frutos.

3 enseñanzas importantes sobre la permanencia en Cristo

En Juan 15:4-6, hay al menos tres enseñanzas importantes sobre la permanencia en Cristo, que me gustaría explorar. Primero, el llamado a permanecer. Segundo, la razón para permanecer. Y por último, una advertencia contra no permanecer.

Consideremos cada una de ellas.

1) El llamado a permanecer en Cristo

El llamado a permanecer se expresa en forma de imperativo:

«Permanezcan en mí, y yo [permaneceré] en ustedes».

Si prestas atención, verás que se trata de una permanencia mutua, interdependiente. Nosotros permanecemos en Cristo y él permanece en nosotros. Esto no es más ni menos que una relación íntima. Es a eso a lo que Jesús nos llama. Su invitación es a vivir con él, por él y para él.

Sin la participación activa de las dos partes involucradas, esta relación es imposible. Es cierto que el Señor es un Dios de gracia que persiste en amarnos y perfeccionarnos. Pero, solamente cuando nosotros permanecemos en él, su obra en nosotros puede llevarse a cabo sin impedimento alguno.

Si nunca habías leído este pasaje, o si en algún momento te has preguntado cuál es el llamado de la vida cristiana, aquí está: Jesús te llama a una relación de permanencia en él, y promete que su obra permanecerá en ti para perfeccionarte y convertirte en un cristiano productivo.

2) La razón para permanecer en Cristo

¿Por qué la transformación en la vida cristiana no es un acto mágico de una sola vez? ¿Por qué es tan importante la permanencia en Cristo?

Jesús nos da la razón:

«Como la rama no puede llevar fruto por sí sola si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto. Pero separados de mí nada pueden hacer.»

Comienza presentándonos la imagen de la rama de la vid, la cual es incapaz de producir fruto por sí sola. Si cortas la rama, la fuente de vida que le permitía ser productiva no existe más. No puede haber fruto si la rama está separada del tallo, de la raíz.

Luego de la comparación, Jesús hace una afirmación clara: Él es la vid y nosotros somos las ramas. No es un simple ejemplo pintoresco. Es realmente la relación que existe entre él y nosotros. Él es la vid y nosotros somos las ramas.

Lo sé. He escrito esta última oración dos veces en el último párrafo. Pero es para que lo pienses detenidamente. Jesús es la fuente de nuestra vida espiritual. Nosotros somos ramas que no pueden producir fruto por sí mismas. Así como la rama no puede llevar fruto por sí misma si no permanece en la vid, así tampoco nosotros si no permanecemos en Cristo.

Esta es la gran razón por la cual Jesús nos llama a permanecer en él: No podemos hacer nada separados de él. Pero si permanecemos en él, podemos llevar mucho fruto. No simplemente fruto, sino mucho fruto. Permanecer en Cristo es la clave para una vida de frutos que glorifican a Dios y nos producen satisfacción a nosotros. Es la clave para salir de los desiertos espirituales y ser como árboles plantados junto a corrientes de agua, como enseña el Salmo 1.

3) Una advertencia contra no permanecer

Finalmente, Jesús nos da una advertencia contra no permanecer en él:

«Si alguien no permanece en mí, es echado fuera como rama y se seca. Y las recogen y las echan en el fuego, y son quemadas.»

Jesús nos ha dicho lo que sucede con aquellos que permanecen en él: producen mucho fruto. Viven vidas llenas de propósito. Tienen vidas espirituales productivas. Pero ahora nos cuenta lo que sucede con quienes, llamándose sus discípulos, no permanecen en él. La imagen es aterradora y difícil de procesar.

La enseñanza menos aterradora de todo esto es que, si no permanecemos en él, viviremos vidas carentes de fruto espiritual. Vagaremos constantemente en un desierto espiritual, experimentando la sequía que viene como producto de no estar conectados a nuestra fuente de vida. Y créeme. No queremos eso. Sería como vivir en una depresión eterna que te deshabilita y te arruina la vida.

5 claves para permanecer en Cristo

En nuestra sociedad pragmática, es inevitable preguntarnos «cómo» hacer algo. Los motores de búsqueda de internet están prestos a decirnos cómo reparar un celular, cómo ahorrar dinero cada mes, cómo bajar de peso, cómo incrementar nuestro número de seguidores en las redes sociales, etc.

Y claro, sé que a estas alturas de la lectura te habrás preguntado cómo permanecer en Cristo. Pues bien, aquí hay unas claves para permanecer en tu relación con Cristo y tener una vida cristiana fructífera.

1) Permanece en la Biblia

Solo un versículo después del pasaje que estamos considerando, Jesús dijo que podemos pedir todo lo que deseemos en oración, si se cumple una condición importante:

“Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho.» (Juan 15:7).

Cristo permanece en nosotros cuando su Palabra halla lugar en nuestra mente y corazón. En otro pasaje similar, el apóstol Pablo exhortó a los cristianos de la ciudad de Colosas:

«La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes, enseñándose y amonestándose los unos a los otros en toda sabiduría con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando con gracia a Dios en su corazón.» (Colosenses 3:16)

¿Cómo se logra esto de que las palabras de Cristo permanezcan o habiten en nosotros? Respuesta: leyendo la Biblia. Necesitas permanecer en la lectura y meditación de las Escrituras. Esta es una de las grandes virtudes de la persona justa, según el Salmo 1. Por tanto, si quieres permanecer en Cristo, permite que su Palabra permanezca en ti. Consigue un plan de lectura de la Biblia. Únete a otros cristianos para leer juntos la Biblia. Persiste y permanece en la Biblia. Como dijera el Príncipe de los Predicadores, vive en la Biblia.

2) Permanece en oración

El apóstol Pablo escribió:

«Oren sin cesar» (1 Tesalonicenses 5:17).

Este es un llamado a la permanencia en la oración.

Así como la permanencia en la Biblia es la manera de lograr que Cristo permanezca en nosotros por medio de su Palabra, la permanencia en la oración es la manera de permanecer en comunicación con él.

Se dice a menudo que, para que las relaciones humanas funcionen, la comunicación es necesaria. Pues, justamente, para que nuestra relación con Jesús funcione, la comunicación por medio de la oración es indispensable.

3) Permanece en comunidad

El escritor de la carta a los Hebreos nos enseña que la comunión con otros cristianos es indispensable para mantener nuestra relación con Cristo:

«Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; más bien, exhortémonos, y con mayor razón cuando vemos que el día se acerca.» (Hebreos 10:24-25)

La estimulación mutua hacia las cosas buenas es indispensable para enriquecer nuestra vida espiritual. Pero esto no se puede lograr si dejamos de lado la comunión con otros creyentes. Y yo sé que muchas veces estás ocupado y se te hace difícil reunirte con otros cristianos. Pero más allá de eso, la invitación es a no desechar el acto de congregarte con otros cristianos del todo.

Es en la comunión con otros creyentes que Cristo permanecerá en ti, permitiéndote modelar el fruto del Espíritu Santo en tu vida. De otra manera, no podrás ver el gozo, la paz, la paciencia, la amabilidad, y todas las demás virtudes que el Espíritu Santo producirá en tu vida.

4) Consume contenido lleno de Cristo

El contenido digital está en la palma de nuestra mano, a menos de un metro de nuestros ojos y oídos, las 24 horas del día, los 365 días del año. Eso puede ser una bendición o una maldición, dependiendo del tipo de contenido que decidas consumir.

Y ya que vives en esta generación y sociedad hiperconectada, lo mejor que puedes hacer es tomar la decisión consciente de permanecer conectado con Cristo por medio del contenido digital que consumes.

Aquí te dejo un artículo que escribí sobre el asunto: Cuida tu Corazón: 7 Principios Bíblicos para Usar el Internet.

5) Permanece alerta

Sí, lo leíste bien. La permanencia en Cristo es algo que se debe procurar con intencionalidad. No es una casualidad. Quizá más comúnmente de lo que pensarías, las condiciones para permanecer en Cristo no estarán dadas de manera natural. Tendrás que permanecer alerta ante cualquier actividad que pueda reemplazar tu momento de comunión con el Señor.

Si pudiera atreverme a decirte algo sobre tu propia vida, te diría que tu comunión con Cristo es lo más importante y prioritario. Es más importante que comer y beber. Más importante que trabajar. Más importante que la familia. Y esto ya es decir mucho. Por tanto, permanece alerta y procura con toda tu voluntad tener momentos de comunión con tu Señor y Salvador.

Espero que tu desierto espiritual sea opacado por la permanencia en Cristo y que encuentres la plenitud de vida a la que él te ha llamado.

¡Comparte esta lectura con tus amigos!
Diego Portillo
Diego Portillo

Diego es miembro de Iglesia Bíblica de la Gracia en Ahuachapán, El Salvador, donde sirve en la música. Posee una Licenciatura en Idioma Inglés (Opción Enseñanza) por la Universidad de El Salvador y una Maestría en Estudios Teológicos por el MINTS International Seminary.