La Piratería: Un Pecado «Aceptable»

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Qué tentador puede ser este mensaje para muchos pastores, maestros de escuela bíblica, estudiantes y maestros de teología, y creyentes sinceros que quieren crecer en su entendimiento de la fe cristiana. Para muchos, puede ser hasta un motivo de agradecimiento a Dios porque ya no tienen que invertir en una biblioteca personal. Solo tienen que escribir en Google lo siguiente: Descargar [Título del libro] en PDF. Y listo. Tienen una biblioteca personal más grande de lo que los apóstoles o incluso los reformadores pudieron alguna vez imaginar.

Pero no nos engañemos. Eso se llama piratería, y es algo ilegal; pero sobre todo, es un pecado. Lastimosamente, es un pecado «amigable» o «aceptable» para muchos creyentes, especialmente en Latinoamérica, aunque también en Norteamérica. Por ejemplo, un estudio realizado por The Barna Group en 2004 sugiere:

«…a pesar de la amplia cobertura de los argumentos legales y de la lucha contra la piratería, la mayoría de los consumidores jóvenes no tienen ningún reparo moral a la hora de conseguir música de forma ilegal. Por el contrario, la gran mayoría de los adolescentes (86%) cree que la piratería musical (incluida la copia de un CD para un amigo o la descarga gratuita de música no promocional en Internet) es moralmente aceptable o ni siquiera es una cuestión moral. Solo el 8% afirma que estas actividades son moralmente incorrectas.»

Fuente: Fewer Than 1 in 10 Teenagers Believe that Music Piracy is Morally Wrong

Claro, ese estudio se enfoca en la industria de la música, pero cuando hablamos de literatura, la realidad no varía mucho. Por ejemplo, The Washington Post escribió en 2014 que una encuesta realizada a unos 1600 estudiantes encontró que:

«Los estudiantes siguen siendo más sofisticados a la hora de adquirir los materiales de sus cursos al menor coste, ya que los comportamientos de adquisición ilícitos y alternativos, desde las copias escaneadas hasta las descargas ilegales y el uso de sitios web piratas, siguen aumentando en frecuencia.»

Fuente: More students are illegally downloading college textbooks for free

Y esta es una realidad a la que el mundo evangélico no ha podido escapar. Es cierto que la tecnología digital es un regalo providencial de Dios. Muchos obreros han recibido y continúan recibiendo entrenamiento teológico gracias al internet. Pero eso no significa que la descarga ilegal de música, videos, libros o cualquier contenido digital protegido por las leyes contra la piratería sea algo de lo que debamos alegrarnos.

Y no creas que escribo este artículo con un dedo acusador. Debo aceptar que hubo un tiempo en que la piratería era también amigable para mí. Tuve carpetas y carpetas con libros en PDF, estaba en grupos de Facebook donde se compartían docenas de libros cada día, y yo era el más feliz descargándolos.

Gracias a Dios, y aunque me tomó mucho tiempo vencer las excusas aparentemente legítimas, entendí que algo no estaba bien en el uso ilegítimo de libros en PDF. ¡Nada estaba bien en realidad! Experimenté la poca satisfacción que la piratería y la acumulación de archivos traía a mi vida, y decidí eliminar todo el contenido pirata, hacer una inversión económica, y comenzar a comprar mis libros como debe ser.

Claro, para eso se requiere una inversión económica, la cual entiendo perfectamente que es difícil hacer en Latinoamérica. Tuve que privarme de varias cosas durante dos años para obtener una biblioteca digital legalmente. No es que yo sea una persona que tenga mucho dinero, todo lo contrario. Yo mismo acumulaba libros ilegales por falta de recursos económicos. Pero usar esa excusa para recurrir a la piratería es casi como asaltar a una persona por falta de dinero. Sé que el ejemplo parece extremo, pero créeme que hay cierta analogía.

Además, el problema de la piratería también ha encontrado mucho lugar en la educación teológica. Hay instituciones teológicas y estudiantes que basan sus estudios teológicos en libros en PDF, cuyo uso no ha sido autorizado por los autores o las casas editoriales. Y sinceramente, es lamentable.

Decenas de personas, muchas de las cuales están en la formación del seminario para el ministerio pastoral, publican software bíblico pirateado en la web e invitan a otros a descargarlo, dando instrucciones detalladas sobre cómo desbloquear el software y eludir las características de seguridad. Me sorprende la facilidad con la que los «cristianos» pueden robar para poder tener acceso a los recursos bíblicos. Hay algo que no tiene sentido. Pero eso es lo que el pecado nos hace. Nos hace actuar de manera totalmente irracional.

Fuente: “Christian” Piracy and the Blinding Effects of Sin

En el blog de Tim Challies, encontré también estas palabras de Bob Kauflin sobre el problema de la piratería:

«Los cristianos tienen un estándar más alto que «todo el mundo lo hace». Me vienen a la mente Romanos 13:1, Deuteronomio 5:19 y Efesios 4:28. Aunque compartir archivos, copiar CDs para los amigos y descargar música ilegalmente es fácil y atractivo, sigue estando mal, a pesar de nuestras racionalizaciones.»

Fuente: Christian Piracy

Dios nos libre de seguir la corriente del mundo en cuanto al contenido pirata. Que todo el mundo lo haga no significa que los creyentes deben caer en la piratería como un medio para «edificarnos». Sé que esta es una realidad que muy probablemente no cambiará en Latinoamérica, ni siquiera en la iglesia cristiana en Latinoamérica, pero en lo personal, encuentro gran satisfacción en que las fuentes de mi conocimiento e información sean legales, debidamente obtenidas.

Te animo con mucho amor y respeto a hacer pequeñas inversiones poco a poco y así formar tu biblioteca cristiana de manera legal.

Aquí hay un artículo con varios sitios donde puedes encontrar excelente literatura de manera legal y gratuita.

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Diego Portillo
Diego Portillo

Diego es miembro de Iglesia Bíblica de la Gracia en Ahuachapán, El Salvador, donde sirve en la música. Posee una Licenciatura en Idioma Inglés (Opción Enseñanza) por la Universidad de El Salvador y una Maestría en Estudios Teológicos por el MINTS International Seminary.