No nos Cansemos de Hacer el Bien | Gálatas 6:9
Casi al final de su carta a las iglesias de Galacia, el apóstol Pablo dio instrucciones a los cristianos sobre cómo vivir la libertad del evangelio. Una de estas instrucciones prácticas tiene que ver con hacer el bien en todo momento, para el bien de los demás y para la gloria de Dios:
No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos.
(Gálatas 6:9 NBLA)
Este versículo usa una imagen agrícola para describir el llamado cristiano a hacer lo que es bueno en todo tiempo sin desmayar. Pablo usa la idea de la siembra y la cosecha. De la misma manera que sembrar, cultivar y cosechar son un proceso que requiere persistencia y paciencia, la vida cristiana es un proceso permanente de hacer lo que agrada al Señor y lo que es bueno para nuestro prójimo. Debemos hacerlo, confiando en que esto traerá bendición a nuestras vidas.
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El llamado: no nos cansemos de hacer el bien
Lo primero que el apóstol hace es reconocer la posibilidad de que los cristianos se cansen de hacer el bien (lo que Dios aprueba y lo que bendice a nuestro prójimo). Esto sucede especialmente cuando los creyentes no ven los resultados del bien que hacen. En teoría, los cristianos saben que Dios no puede ser burlado. Saben de sobra que lo que una persona siembra es lo que cosechará (Gálatas 6:7). En la práctica, sin embargo, puede ser una lucha agotadora hacer el bien en todo momento.
Matthew S. Harmon explica:
El verbo traducido como “cansarse” (ἐγκακέω) significa “perder la motivación para continuar con un patrón de conducta o actividad deseable”.
Matthew S. Harmon en Comentario Evangélico de Teología Bíblica
Hacer el bien es un hábito que debemos cultivar con disciplina. No es una acción que debemos hacer por simple motivación momentánea. Si actuamos por motivación simplemente, es posible que perdamos tal motivación para hacer lo que es bueno. Es muy probable que muchos nos identifiquemos con el salmista, cuando descubrió que los malvados prosperaban, mientras que él estaba sufriendo constantemente:
“Ciertamente en vano he guardado puro mi corazón y lavado mis manos en inocencia, pues he sido azotado todo el día y castigado cada mañana.”
(Salmos 73:13–14)
Nada de esto es extraño en la experiencia de cualquier cristiano. Muchos dicen: “Cuando estoy más cerca del Señor es cuando tengo más problemas”. Otros dicen: “He servido años al Señor, y no he logrado ver la lluvia de bendiciones que me prometieron cuando recibí a Cristo”. Y todo esto sin duda es doloroso. Pero el apóstol llama a los Gálatas a no cansarse de hacer lo que es bueno, porque hay esperanza en lo que hacen, a pesar de que muchas veces pierdan de vista esta esperanza que no se puede destruir.
La razón: segaremos a su debido tiempo
Por un lado, el apóstol entiende que los cristianos pueden cansarse de hacer el bien, especialmente al no ver las bendiciones que hacer el bien trae a sus vidas. Por otro lado, sin embargo, cuando nos cansamos de hacer el bien, demostramos que hemos perdido de vista la esperanza a la que el Señor nos ha llamado.
En una era de gratificación instantánea, vivir haciendo el bien a los demás puede parecer agotador. Dedicar nuestras vidas a entregar lo mejor de nosotros a otros es una inversión a largo plazo. Es casi seguro que no obtendremos los réditos de nuestra inversión hoy, mañana, en un año, o en 50 años. Pero lo que es seguro es que habrá un día en el que el Señor recompensará a todos los creyentes por el bien que hayan hecho:
“Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo.”
(2 Corintios 5:10)
Esta esperanza de comparecer ante el tribunal de nuestro Salvador debe ser el motor que nos impulse a continuar haciendo el bien en todo momento. Imitemos a la nube de testigos que hicieron el bien y durmieron esperanzo ver realizada su esperanza, pero confiando en el Dios que no miente:
“Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto desde lejos y aceptado con gusto, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.”
(Hebreos 11:13)
No te canses de hacer el bien. No olvides que el Señor toma en cuenta todo lo que haces. No pierdas de vista que todo lo que haces para el Señor y para tu prójimo no es en vano. Hay esperanza al final del camino. Hay un día señalado desde antes de la fundación del mundo, en el cual todo el esfuerzo de los creyentes será recompensado por Aquel que no se queda con nada, el Señor que cumple sus promesas.
La condición: no cansarnos
¿Notaste que dos veces el apóstol usa algún sinónimo de la palabra “cansancio” en este versículo? La primera vez, llama a los creyentes a no cansarse. La segunda vez, sin embargo, encierra la posibilidad de “segar” o “cosechar el fruto de nuestro trabajo” bajo la condición de no cansarnos. Dice que “si no nos cansamos, segaremos.” Otras versiones traducen esto como “si no nos damos por vencidos” (la NVI, por ejemplo). Por tanto, cuando sientas que no tienes más fuerzas, cuando sientas que no hay más razón para continuar haciendo lo que es bueno, no te des por vencido. Considera las palabras de Harmon:
La tentación de darse por vencido en medio del intento por servirnos unos a otros por medio del amor (cf. 5:13) es a menudo fuerte y persistente. Experimentamos las frustraciones que surgen cuando la gente no responde bien a nuestros esfuerzos, o la decepción cuando estos no dan los resultados que esperábamos. Pablo nos recuerda que la clave está en mantener la mirada fija en el último día, cuando sí cosecharemos lo que hemos sembrado. En esta vida no hay garantías de que nuestros esfuerzos tengan éxito, pero en el último día Dios recompensará a sus siervos fieles (Mateo 25:14–30). Así, independientemente de los resultados de nuestros esfuerzos por hacer el bien en esta vida, podremos seguir sirviendo a los demás con el poder del Espíritu Santo, sabiendo que en el Señor nuestro trabajo no es en vano (1 Co 15:58).
Matthew S. Harmon en Comentario Evangélico de Teología Bíblica
Por tanto, hoy es un buen día para hacer el bien, y mañana, y pasado mañana. Y siempre. Que Dios te dé las fuerzas para continuar agradándolo en todo.