Existimos para Glorificar a Dios

Un catecismo es una ayuda pedagógica mediante la cual los cristianos han enseñado las doctrinas fundamentales de la fe cristiana a sus hijos y a los nuevos creyentes. Un catecismo es como un cuestionario, o un sistema de preguntas y respuestas mediante el cual podemos aprender cosas importantes. De allí su uso para enseñar doctrinas cristianas.
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Hoy día, existe una aversión hacia esa palabra entre los cristianos evangélicos, ya que al escucharla, la relacionan directamente con el catolicismo romano, el cual ha sido muy insistente en la práctica de la catequesis, la enseñanza por medio del catecismo. Sin embargo, el catecismo en sí no es algo meramente católico romano. Por ejemplo, las iglesias reformadas siempre se han avocado al Catecismo Menor de Westminster para enseñar su fe a sus hijos y a los nuevos creyentes.
Otros creyentes han usado el Catecismo de Heidelberg para el mismo fin, y muchos bautistas reformados usan el Catecismo de Spurgeon como la fuente de sus enseñanzas fundamentales.
¿Por qué hablar de catecismos?
Hablar de catecismos en este artículo responde al hecho de que usaremos un catecismo para hablar de la razón de nuestra existencia. Nos basaremos en el último catecismo mencionado: El Catecismo de Spurgeon.
Este catecismo fue editado por el Charles Spurgeon para enseñar a su familia e iglesia las grandes doctrinas que los bautistas creían y defendían.
La razón de nuestra existencia
La primera pregunta del Catecismo de Spurgeon tiene que ver con la razón de nuestra existencia. Tanto los creyentes de la Confesión de Fe de Westminster como los bautistas de la Confesión de Fe de Londres de 1689, en las cuales está basado este catecismo, creían que los seres humanos existimos para glorificar a Dios.
Por esta razón, el catecismo reza así en su primera pregunta:
¿Cuál es el fin principal del hombre?
Y la respuesta a esa primera pregunta es la siguiente:
El fin principal del hombre es glorificar a Dios (1 Corintios 10:31) y disfrutar de él para siempre (Salmo 73:25–26).
Como habrás notado, las respuestas del catecismo están basadas en la Biblia. Veamos entonces ambas partes de la finalidad principal del hombre.
a) Glorificar a Dios
El apóstol Pablo escribió a los cristianos de la ciudad de Corinto:
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1 Cor. 10:31)
Esto de comer o beber tiene que ver con las cosas más simples de la vida. Pablo está exhortando a los Corintios a vivir para la gloria de Dios, aun en las cosas más simples de la vida. Y si las cosas más pequeñas son para la gloria de Dios, las cosas más grandes como estudiar, trabajar, hacer negocios, entretenernos, etc., son para la gloria de Dios también.
Dios es nuestro creador y existimos para él. Su gloria es la que verdaderamente importa. Es por su gloria que todas las cosas fueron creadas y subsisten. Es hacia su gloria que las cosas están encaminadas al final de la historia. Dios debe ser glorificado.
b) Disfrutar de él para siempre
El salmista escribió:
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. (Sal. 73:25-26)
Esto nos habla de un deseo genuino de disfrutar a Dios.
Algunas personas creen que vivir para la gloria de Dios nos quita felicidad, pero es todo lo contrario. Vivir para la gloria de Dios es la manera de ser verdaderamente felices.
Cuando glorificamos a Dios y le vemos como nuestro bien supremo, nuestras vidas se alinean con su propósito eterno para nosotros. Él es nuestro gran Dios y nosotros solo podemos encontrar verdadera plenitud de gozo en su presencia.
Por eso David no dijo que la plenitud de la vida estaba en tener riquezas y fama, o likes y seguidores, sino en estar siempre en la presencia de Dios:
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. (Sal. 16:11)
Si quieres vivir una vida plena en sintonía con el propósito de Dios para tu vida, haz de Dios tu bien supremo. Dile al Señor en oración que no deseas nada más en la tierra, sino disfrutar de él para siempre, porque él es tu porción.
Este artículo fue originalmente escrito y publicado en 2019.