De Regreso a la Gracia: El Verdadero Evangelio

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Las religiones humanas nos dicen lo que debemos hacer para acercarnos a Dios. El evangelio bíblico nos dice que Dios nos ha acercado a sí mismo por la sangre de Cristo (Ef. 2:13). Las religiones humanas nos dan consejos sobre cómo ser salvos. El evangelio nos da buenas noticias sobre cómo Dios nos salva por el sacrificio de su Hijo. Esa es la gran diferencia entre un falso evangelio y el verdadero evangelio de Jesucristo.

Una buena pregunta que podemos hacer a cualquier religión o mensaje “salvador” es: ¿En qué ponemos nuestra confianza para acercarnos a Dios? Si es en lo que nosotros debemos hacer, estamos ante un falso evangelio. Pero ese no es un mal de nuestra época solamente. Desde los inicios del cristianismo, surgieron falsos evangelios.

Por ejemplo, los cristianos en la región de Galacia (actualmente parte de Turquía) enfrentaron un falso evangelio. Muchos nuevos cristianos estaban siendo arrastrados por esta falsa enseñanza que negaba la suficiencia de Cristo para la salvación y la santificación. Derek W.H. Thomas enseña en el curso No hay otro evangelio: La Carta de Pablo a los Gálatas:

“El evangelio estaba siendo comprometido en las iglesias de Galacia a causa del falso evangelio que propagaban los judaizantes. Los judaizantes enseñaban que los gentiles convertidos debían creer en Jesús y guardar la ley ceremonial de Moisés para poder ser justificados ante Dios.”

Como podrás notar, creer en Jesús puede ser parte de un falso evangelio. Y es la manera en que entendemos la relación entre fe, obediencia y salvación el punto crucial para comprender las diferencias entre un falso evangelio y el verdadero evangelio bíblico.

Falso evangelio: Fe + Obediencia = Salvación

En el primer versículo de la carta a los Gálatas, Pablo establece su autoridad:

Pablo, apóstol, no de parte de hombres ni mediante hombre alguno, sino por medio de Jesucristo y de Dios el Padre que lo resucitó de entre los muertos.

Gálatas 1:1

Es probable que falsos maestros (judaizantes) cuestionaban su autoridad como apóstol. Decían que él no debía predicar un mensaje de aceptación delante de Dios que solo requiere la fe en el sacrificio de Cristo.

El esquema de sus mentes era el siguiente:

FE EN CRISTO + OBEDIENCIA A LA LEY CEREMONIAL DE MOISÉS = SALVACIÓN

No negaban que Jesucristo fuera salvador en un sentido, pero no era un salvador suficiente. Algunos nuevos creyentes estaban siendo convencidos por este esquema falso de salvación. Por eso, Pablo les escribe con indignación; en pocas palabras, les dice que han abandonado el evangelio de la gracia y quieren poner su confianza en las obras de la ley, a fin de acercarse a Dios y crecer espiritualmente, lo cual es imposible (Gál. 1:6; 3:1, 3; 5:1).

Esta manera de pensar es nociva. Y aunque nuestro contexto es muy distinto, muchos exhibimos esta mentalidad en cierta medida. Creemos que, para ser realmente aceptados por Dios, necesitamos cumplir tareas como ayunar, orar, leer la Biblia, congregarnos, obedecer perfectamente a la Palabra de Dios, etc. Cuando esto sucede, las tareas que pueden acercarnos a Dios y ayudarnos a disfrutar de la comunión con él se vuelven cargas sumamente duras de llevar. Terminamos condicionando nuestra posición delante de Dios a lo que podemos hacer por él.

Si Pablo nos escribiera una carta, seguramente nos llamaría torpes por dejar de confiar en Cristo y confiar en nuestras obras para ganarnos el favor de Dios y crecer espiritualmente.

Verdadero evangelio: Fe = Salvación ⇒ Obediencia impulsada por amor y gratitud

Si lees el primer capítulo de Gálatas, verás que Pablo está llamando a los gálatas a regresar al evangelio de la gracia:

Él mismo se dio por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Gálatas 1:4-5

Este es el evangelio que salva:

El anuncio de que Jesús se entregó por nuestros pecados para salvarnos, conforme a la voluntad de Dios y para su gloria.

Jesús, siendo perfecto e inocente, se entregó a sí mismo y cargó con todos nuestros pecados en la cruz. De esta manera, su justicia nos es dada a nosotros al poner nuestra confianza en él.

Los falsos maestros decían que los gentiles debían seguir la voluntad de Dios expresada en las ordenanzas mosaicas para ser aceptados por Dios, pero Pablo dice que el sacrificio de Cristo para nuestra liberación es “la voluntad de nuestro Dios y Padre”.

El esquema en la mente del apóstol Pablo es el siguiente:

FE EN CRISTO = SALVACIÓN ⇒ (lo cual nos lleva a) LA OBEDIENCIA

La obediencia es producto de la salvación. No podemos obedecer verdaderamente a Dios si primero él no nos ha salvado, transformado nuestra realidad espiritual, y capacitado para obedecerle.

Si Dios ha diseñado un plan a través del cual los hombres pueden ser liberados y acercarse a él, ese plan es el evangelio que proclama que a Dios le plació salvar a los pecadores por el sacrificio de su Hijo.

Y ya que todo responde a su plan, provisión y voluntad, él debe llevarse toda la gloria (Gá. 1:5). El crédito y la alabanza por nuestra salvación y nuestro crecimiento espiritual no son nuestros. El único que merece la gloria por los siglos de los siglos es nuestro Dios.

En la vida cristiana, todo se trata de la obra redentora de Cristo. Y nuestra obediencia es en respuesta alegre y colmada de gratitud a esa obra de salvación por gracia. Nuestros avances espirituales son efectivos cuando emanan de una consciencia impregnada por la gracia de Dios en Cristo.

Cuando estamos convencidos de que nuestra fe nos es contada por justicia, podemos obedecer libremente para santificación, sin temor de que el amor de Dios por nosotros esté condicionado a nuestra perfección o falta de ella.

Aquí te dejo con una cita memorable:

“La fe en sí misma no tiene ningún mérito; de hecho, por su naturaleza es abnegada. Implica nuestra completa renuncia a cualquier confianza en nuestra propia justicia y un confiar enteramente en la perfecta justicia y muerte de Cristo.”

Jerry Bridges

Nota. Este artículo fue escrito en julio de 2019, y ha sido reeditado en 2025.

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Diego Portillo
Diego Portillo

Diego es miembro de Iglesia Bíblica de la Gracia en Ahuachapán, El Salvador, donde sirve en la música. Posee una Licenciatura en Idioma Inglés (Opción Enseñanza) por la Universidad de El Salvador y una Maestría en Estudios Teológicos por el MINTS International Seminary.