4 Marcas de un Hombre Cristiano
El mundo odia la masculinidad bíblica (la única masculinidad verdadera). Las tendencias en internet promueven las llamadas “nuevas masculinidades” y pretenden que los hombres sean cada vez más afeminados. Te dicen que la masculinidad bíblica tiende a ser machista y abusiva, por lo que han inventado un nuevo tipo de masculinidad que te hace más «sensible» y te lleva a vivir con culpabilidad por comportarte varonilmente y no ceder ante los bajos estándares que la sociedad intenta imponerte.
Pero, ante estos ataques a la masculinidad bíblica, promovidos desde los movimientos sociales y políticos como el feminismo y las ideologías de género, potenciados por el ruido de las redes sociales, e incluso legitimados por las políticas de Estado en muchos países, el Señor extiende un alto llamado a todos los hombres en su Palabra:
“Estén alerta, permanezcan firmes en la fe, pórtense varonilmente, sean fuertes.” (1 Cor. 16:13)
Ese alto llamado es el que me ha llevado a pensar durante los últimos dos años sobre la masculinidad, desde una perspectiva bíblica. Y hoy quiero abordar 4 marcas que considero importantes en un hombre cristiano. Escribí el primer borrador de este artículo en 2022, pero he decidido publicarlo hasta hoy, casi finalizando el 2024.
Importante: Quiero que sepas que, aunque estoy convencido de que estas marcas son importantes en la vida de todo hombre cristiano, en ninguna manera son marcas o características que he desarrollado al 100% en mi propia vida. Quizá en todas estas áreas me quedo corto al considerar mis debilidades y pecados. Sin embargo, estas marcas son una guía que me da un rumbo hacia el cual intento dirigir mis pasos, con la ayuda de Dios. Y como escribió el apóstol Pablo en otro contexto, no haber desarrollado nuestro potencial al 100% no es una limitante para animarnos unos a otros a proseguir hacia la meta y ver si podemos ser aquello para lo cual el Señor nos creó y nos salvó (Fil. 3:13-14).
Contenido de este artículo
Si me preguntaras qué tipo de hombre quiero ser, te respondería con esto:
1. Quiero ser un hombre piadoso
Ser un hombre piadoso significa exhibir el fruto del Espíritu Santo en mi vida. El fruto del Espíritu consiste en estas cualidades espirituales:
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. (Gá. 5:22-23)
El «pero» al inicio del texto es porque el «fruto del Espíritu» es contrario a «las obras de la carne», las cuales consisten en estas cosas:
Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales les advierto, como ya se lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gá. 5:19-21)
Ahora te pregunto: ¿Acaso no son estas cosas las que el mundo promueve? ¿Acaso no son estas cosas las que nos arrastran a hundirnos en incontables vicios de carácter? Casi cada pecado que has cometido y te ha tenido atrapado en algún momento de tu vida se puede listar en alguna de estas «obras de la carne». El mundo quiere que seas un hombre inmoral, sensual, borracho, etc.
La masculinidad bíblica, por tanto, no es machismo, como muchos acusan en las redes sociales. Dios nos llama a ser hombres que procuran honrarlo, practicando las virtudes cristianas que produce el Espíritu Santo. Aunque ser hombre se trata también de fuerza física, no es la principal característica. No es nuestro punto de partida. Lo que necesitamos, sobre todas las cosas, es ser hombres piadosos que exhiben el fruto del espíritu santo en sus vidas.
Para esto, necesitamos priorizar nuestro tiempo devocional con lectura de la Biblia y oración privada. También necesitamos convivir con otros cristianos, a fin de tener oportunidades de practicar el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y el dominio propio que el Espíritu Santo produce en nosotros.
2. Quiero ser un hombre físicamente fuerte
Si lo prefieres, puedes cambiar la palabra «fuerte» por «saludable». Para nadie es un secreto que los índices de sobrepeso y obesidad en la población mundial son alarmantes. Una búsqueda rápida de «sobrepeso y obesidad en América Latina» en Google nos arrojará algunos datos importantes:
- En 2016, el 24,2% de la población adulta de la región tenía obesidad, superando el promedio mundial del 13,1%.
- La obesidad en la niñez y la adolescencia se ha triplicado entre 1990 y 2016.
- En la región, una de cada cuatro personas sufre de sobrepeso y obesidad, mientras que en el resto del mundo es una de cada ocho.
- La obesidad en adultos es más prevalente en Mesoamérica (27,3%), seguida del Caribe (24,7%) y Sudamérica (23%).
- La obesidad en niños y niñas menores de 5 años es mayor en 24 países de la región, superando las estimaciones mundiales del 5,6%.
- La historia no es tan diferente en Norteamérica, pues se estima que más del 40% de la población adulta tiene sobrepeso u obesidad.
Según la OMS, el sobrepeso y la obesidad se deben a dos razones primordiales:
- Alimentos con muchas calorías y grasas
- Falta de actividad física regular
Si lo piensas detenidamente, ambas cosas se relacionan íntimamente con la falta de disciplina; en otras palabras, una falta de dominio propio respecto a nuestro cuerpo. Por tanto, cada vez que veas un TikTok con hombres abusando de comer hamburguesas, dulces, pizza, o tomando soda y alimentos no saludables, no olvides que no te quieren saludable ni fuerte. Te quieren obeso. Quieren que adoptes un “positivismo corporal” que no te permita sentirte responsable por tus desórdenes alimenticios. Te dicen que es malo vivir siempre comparándote con los demás y que debes aceptarte tal como eres, pero no te dicen que muchas de las cosas que influyen en tu aspecto corporal son tu responsabilidad.
¿Por qué un hombre cristiano debería ser un hombre físicamente fuerte? Haciendo a un lado las enfermedades y los factores que no nos permiten ejercitarnos regularmente, e incluso los factores económicos que no le permiten a un número de la población procurar una alimentación más saludable, creo que todo hombre cristiano que esté consciente de su existencia, y que tiene todas las facultades psicológicas y físicas su disposición, debería buscar cuidar su alimentación y ejercitarse regularmente.
No hablamos de fisicoculturismo. No hablamos de tener músculos de acero, ni de presumir lo musculosos que somos, sino de cuidar nuestros cuerpos como principio básico de la vida cristiana. Yo mismo tengo un estilo de vida mayormente sedentario con el que lucho constantemente. Pero pensar en estas cosas me ha llevado a concluir que, cuando el Señor me salvó, redimió todos los aspectos de mi vida: tanto mi espíritu como mi cuerpo. Por tanto, no me pertenezco, sino que pertenezco al Señor:
¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? (1 Cor. 6:19)
Y si entiendo que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, lo menos que puedo hacer es cuidarlo de la mejor manera para procurar su gloria y mi bienestar. Esto implica que necesito debo desarrollar buenos hábitos de sueño y ejercicio, y tener una alimentación saludable o equilibrada cada día.
Otra razón para buscar ser un hombre físicamente fuerte o saludable es para desarrollar la capacidad de proteger a los que están a mi cuidado. Ya sea una madre o un padre anciano, una esposa e hijos, o cualquier persona que esté a tu cuidado, debes ser físicamente capaz de cargarlos en caso de enfermedades o accidentes, protegerlos de las amenazas externas, etc. Todo esto glorifica a Dios, aunque no lo consideremos tan frecuentemente.
3. Quiero ser un hombre responsable en el trabajo
¿Has visto gente en redes sociales quejándose de tener que trabajar? No es casualidad, porque el mundo se ha encargado de hacerte creer que el trabajo es un «mal necesario». ¿Has deseado tener mucho dinero para no tener que volver a trabajar? Tampoco es casualidad, porque el mundo promueve la gratificación instantánea y rechaza la idea de que debemos trabajar con diligencia y responsabilidad para obtener las cosas que necesitamos.
Es cierto, el Padrenuestro nos invita a orar para que el Señor nos dé el pan nuestro de cada día. Pero muchas veces ignoramos voluntariamente que el medio por el cual el Señor provee este pan es nuestro trabajo diligente y responsable. Esto es así porque el trabajo es una idea de Dios. La Biblia afirma que el hombre fue puesto en el mundo para administrar el mundo de Dios, y ¿sabes cómo debía llevarlo a cabo? ¡Sí, trabajando!
El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. (Gn. 2:15)
El trabajo no es un mal necesario, ni tampoco es un castigo. El trabajo es idea de Dios, y por eso necesitamos adquirir una filosofía bíblica acerca del trabajo. Necesitamos trabajar con diligencia y responsabilidad, porque esto glorifica a Dios, y nos permite obtener lo que necesitamos y compartir con los demás.
Por tanto, una de mis más grandes aspiraciones es ser una persona que trabaja responsablemente. No hablo de enfocarnos en el trabajo de manera que nos obsesionemos con hacer dinero, sino de entender el trabajo como un llamado de Dios por medio del cual le damos gloria a él y dignificamos nuestra existencia.
Si eres un hombre, deberías anhelar lo mismo, porque la Biblia te llama a trabajar para la gloria de Dios:
Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven. (Col. 3:23-24)
Por supuesto, no quiero dejar de considerar a aquellos que, por alguna razón, no tienen un empleo o un emprendimiento que les permita obtener ingresos económicos. Entiendo que eso puede ser muy difícil. Pero aclaro que no tener una fuente de empleo no es lo mismo que tener una actitud de aversión al trabajo o ser perezosos. Espero de todo corazón que el Señor vea tu disposición y en su gracia te permita encontrar un empleo o emprender en algo que te permita obtener ingresos suficientes para cubrir tus necesidades, querido hermano.
4. Quiero ser un hombre económicamente estable
El mundo promueve las compras irresponsables, las deudas innecesarias, y el despilfarro de dinero que no tenemos, para agradar a gente a la que en realidad no le importamos. Lamentablemente, las redes sociales nos han vuelto adictos a las apariencias. Intentamos impresionar a gente que ni siquiera tiene un papel importante en nuestra vida. Y de esta manera hemos caído en una adicción al consumismo que muchas veces nos lleva a entrar en deudas innecesarias. La Biblia, por su parte, promueve el trabajo diligente y el dominio propio como principios indispensables para una vida económicamente estable:
El deudor es esclavo del acreedor. (Proverbios 22:7b)
Ser un hombre económicamente estable es una aspiración sana y justa, pues no se trata de amar el dinero al punto de desenfocarnos de las cosas que realmente importan en la vida. Más bien, se trata de ser sabios, entendiendo que todo recursos económico que tenemos proviene de la mano del Señor, y que debemos administrarlo cuidadosamente.
Mientras el mundo corre tras las deudas, un hombre cristiano trabaja diligentemente, es generoso, ahorra y huye de las deudas que lo esclavizarán y arruinarán las finanzas de su familia, tanto si ya es cabeza de familia como si aún no lo es. Así que por favor, por tu propio bien, no corras a endeudarte por cosas innecesarias. Evalúa si lo que quieres adquirir es en realidad una necesidad o solamente un gusto por el que podrías esperar hasta tener el capital necesario para comprarlo y pagar en efectivo.
Y probablemente ahora mismo no tengas grandes ahorros. Quizá ahora mismo estés endeudado con intereses que ahogan tus finanzas. Pero nunca es tarde para reflexionar y comenzar a tomar control de la situación con la ayuda de Dios. Si ya estás endeudado, procura con todas tus fuerzas no adquirir más deudas. Si no tienes ahorros, prioriza las necesidades básicas y el pago de cualquier deuda que tengas, y un día podrás comenzar a ahorrar para el tiempo difícil.
El Señor está contido, hombre cristiano
Quiero cerrar diciendo algo importante. Por si nadie te lo ha dicho últimamente, o quizás nunca, quiero decirte que no estás solo, amigo hombre cristiano. El Señor está contigo y entiende todas las presiones, las frustraciones, y los momentos difíciles que vives en silencio. Él sabe lo que te preocupa, lo que te quita el sueño, y lo que no te permite caminar con pasos seguros hacia estas marcas de un hombre cristiano.
Él sabe que quizá no creciste con modelos de hombres cristianos que te enseñaran cómo serlo. Él sabe que quizá te ha tocado enfrentarte a la vida como viene y resolver con lo que tenías a la mano en su momento. Pero el Señor también sabe que te creó para que, con la ayuda del Espíritu Santo, la confianza que te brinda el Señor Jesucristo, y el amor incondicional e incomparable de tu Padre celestial, puedas avanzar hacia la meta de ser el hombre que el Señor quiere que seas. Mucho ánimo y un abrazo.