José: 3 Claves para Navegar por la Vida

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La verdad más importante que nos muestra la historia de José es que Dios controla todas las cosas. Al final de todo lo que tuvo que enfrentar, José comprendió que su sufrimiento tenía un propósito divino que era más importante que sus circunstancias temporales. Sus palabras al final de Génesis resumen perfectamente la historia de su vida y la manera en que, más a menudo de lo que pensaríamos, el Señor obra en la vida de los creyentes:

«Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien, para hacer lo que vemos hoy: mantener con vida a un pueblo numeroso»

Génesis 50:20

Este versículo nos brinda tres claves que debemos tener en cuenta para enfrentar la vida de manera adecuada.

Clave 1 – Reconocer la realidad de la maldad humana

La vida de José está marcada por una serie de elementos que ponen en evidencia la existencia de la maldad humana en las personas y sucesos que rodearon su vida.

Primero, vemos a José creciendo en el contexto de una familia disfuncional, marcado por un favoritismo poco sabio por parte de su padre (Gn. 37:3), el cual despertó los celos y envidia de sus hermanos (Gn. 37:4).

Esto sentó las bases para que toda la familia de José no pudiera ver el propósito que Dios tenía y que, al contrario, reaccionaran de manera negativa cuando José les comentó sus sueños (Gn. 37:5-11). Ignoraban que en la exaltación de José estaba la preservación de sus propias vidas.

No es un asunto menor leer que los hermanos de José querían matarlo, aunque al final decidieron secuestrarlo, venderlo como esclavo, y engañar a su padre cruelmente (Gn. 37:12-36). Esto último tampoco es bueno, sigue siendo parte de un plan maquiavélico igual de malvado por parte de sus hermanos.

Ya con José en Egipto, somos testigos de la maldad de la mujer de Potifar, quien, tras no lograr su cometido de acostarse con José, le acusó de haber intentado abusar sexualmente de ella (Gn. 39). También encontramos la falta de agradecimiento por parte del jefe de los coperos, quien se olvidó del favor que José le hizo al interpretar su sueño, lo cual mantuvo a José al menos dos años más en la cárcel (Gn. 40).

Todo esto no es más que una muestra de la maldad humana permeando todas las áreas de la vida. Aun con todo esto, la historia de José es un claro ejemplo de que la soberanía de Dios no excluye la maldad humana, sino que trabaja a pesar de ella y, muchas veces, a través de ella.

¿Hace esto responsable a Dios de la maldad humana? De ninguna manera, porque el texto es claro: “Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien”. Quienes pensaron mal en sus corazones, a fin de saciar sus celos descontrolados, fueron los hermanos de José, no Dios. Quien acusó falsamente a José fue la mujer de Potifar, no Dios. Lo que el Señor hizo fue encaminar las cosas según su divino control, para el bien de José y los suyos.

Clave 2 – Reconocer la realidad del control divino

¿Controla Dios todas las cosas? Esta es una pregunta que muchos creyentes han hecho en algún punto de su vida, especialmente cuando las cosas parecen estar fuera de todo control.

Piensa en los cristianos que tuvieron que enfrentar el derribo de las Torres Gemelas en 2001, los cristianos que tuvieron que atravesar las atrocidades de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, o los creyentes que fueron perseguidos en el primer siglo por predicar el evangelio.

Estos son solo tres ejemplos de miles de tragedias en las que el mundo podría parecer sin control, en medio de las cuales es legítimo preguntar: ¿Controla Dios todas las cosas? Y la respuesta es que sí, Dios controla y dirige todas las cosas.

José reconoció que fue Dios quien llevó el barco de su vida a buen puerto: “pero Dios lo encaminó para bien”. Este descubrimiento le hizo saber que no necesitaba vengarse de sus hermanos, porque era Dios quien estaba trabajando para llevar las cosas al fin esperado.

Este “fin esperado” quizá no era el fin esperado por José o por su padre, mucho menos era el fin esperado por sus hermanos, pero era el fin esperado por Dios. El plan de Dios, su propósito y designio perfecto, prevaleció, porque él es soberano y puede hacer lo que quiera (Pr. 19:21).

No hay nada que escape del control de Dios. Si hablamos de las profundidades del mar, Dios las controla; si hablamos de las alturas de los montes, Dios las controla (Sal. 95:4).

Todas las cosas que existen en el universo fueron creadas por él y son activamente controladas y sostenidas por su mano (Col. 1:16-17). Por tanto, debemos comprender que Dios siempre cumple su plan y controla todas las cosas, incluso cuando las circunstancias parecen ser dirigidas por la maldad humana.

Clave 3 – Reconocer la realidad de un propósito divino mayor

José tuvo que comprender que sus hermanos genuinamente querían hacerle mal, y que Dios encaminó todas las cosas para bien, a fin de cumplir un propósito mucho más alto de lo que él alguna vez pudo imaginar: “para hacer lo que vemos hoy: mantener con vida a un pueblo numeroso».

El propósito de Dios de preservar un pueblo del que (muchos años después) nacería el Mesías prometido fue más importante que la comodidad de José, incluso mucho más importante que su libertad.

No debemos idealizar la dureza de las circunstancias por las que José tuvo que pasar. Fueron circunstancias duras que no desearíamos atravesar, circunstancias que desearíamos poder revertir. Pero como hemos indicado, el propósito de Dios fue mucho más importante que la comodidad de José.

Esto nos enseña que nuestra vida es mucho más que las circunstancias que atravesamos ahora mismo. El Señor nos creó para algo mucho más alto que la idea de tener una vida cómoda, rodeada de bonanza por todas partes, vestida de abundancia todos los días.

Nos creó para que cumplamos su propósito de “dar vida a un pueblo numeroso” por medio de la proclamación del evangelio. El apóstol Pablo resume esta enseñanza de manera sublime con estas palabras:

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.

Romanos 8:18

Si estamos sufriendo injustamente a manos de la maldad humana, no perdamos de vista que el Señor controla todas la cosas. Si hoy mismo estamos atravesando una adversidad que no comprendemos, no olvidemos que lo que ahora sufrimos injustamente tiene un propósito mucho más sublime de lo que podemos describir.

Vivir una vida bajo la voluntad de Dios nos llevará a comprender que él siempre está trabajando para cumplir su propósito. El que nos cuida sigue despierto en todo momento (Sal. 121:4). Nunca duerme; nunca abandona. Siempre nos ama y trabaja para que seamos sus instrumentos de gracia para alcanzar al mundo.

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Diego Portillo
Diego Portillo

Diego es miembro de Iglesia Bíblica de la Gracia en Ahuachapán, El Salvador, donde sirve en la música. Posee una Licenciatura en Idioma Inglés (Opción Enseñanza) por la Universidad de El Salvador y una Maestría en Estudios Teológicos por el MINTS International Seminary.