5 Consejos Prácticos para Glorificar a Dios en el Trabajo
El trabajo es una parte importante de nuestra vida. Es a través de nuestro trabajo que podemos satisfacer nuestras necesidades básicas, desarrollar nuestros talentos y habilidades, servir a los demás y contribuir al bien común. Sin embargo, el trabajo también puede ser una fuente de estrés, conflicto, frustración y tentación. No es extraño que los creyentes se pregunten: ¿Cómo podemos vivir nuestra fe en el ámbito laboral? ¿Cómo podemos honrar a Dios con nuestro trabajo?
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La Biblia nos ofrece muchos principios y ejemplos para guiarnos en esta área. Pero en este artículo, nos enfocaremos en cinco consejos que podemos extraer de un pasaje en la primera carta a los tesalonicenses:
Tengan por aspiración vivir en tranquilidad, ocuparse en sus propios asuntos y trabajar con sus propias manos, como les hemos mandado; a fin de que se conduzcan honestamente para con los de afuera y que no tengan necesidad de nada.
1 Tesalonicenses 4:11-12 NBLA
De este pasaje, podemos extraer los siguientes cinco consejos para glorificar a Dios en nuestro trabajo:
1. Procura vivir en tranquilidad
El primer consejo que Pablo nos da para glorificar a Dios en nuestro trabajo es tener por aspiración «vivir en tranquilidad». Vivir en tranquilidad no es pasividad, indiferencia o conformismo ante la vida, sino una actitud de confianza, serenidad y contentamiento en medio de las adversidades y los vaivenes de la vida.
Implica reconocer que Dios es el Dueño y el Señor de nuestra vida, y que él tiene el control de todas las cosas:
Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
Salmo 46:10 NBLA
También implica aceptar nuestra identidad, nuestra vocación y nuestra situación, sin compararnos ni envidiar a los demás:
Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos.
1 Timoteo 6:8 NBLA
Aspirar a tener una vida tranquila parece imposible en nuestro mundo y su ritmo frenético, pero vale la pena. Nos ayuda a evitar el estrés, la ansiedad y la ira que muchas veces nos produce el trabajo. Estas cosas pueden afectar nuestra salud física, mental y espiritual.
También nos ayuda a mantener una buena relación con Dios, con nosotros mismos y con los demás, lo que favorece un ambiente de trabajo positivo y productivo.
2. Ocúpate en tus propios asuntos
El segundo consejo que Pablo escribió a los tesalonicenses es «procurar ocuparse en sus propios asuntos». Esto abarca toda la vida, pero tiene aplicación directa a nuestra vida laboral.
Contrario a vivir pendientes de la vida o del trabajo de los demás, el consejo de ocuparnos de nuestros propios asuntos nos llama enfocarnos en nuestras responsabilidades, sin entrometernos ni interferir en lo que no nos corresponde. Esto no es ser egoístas, indiferentes o aislados, sino prudentes y respetuosos de la vida de los demás.
Imagínate si en nuestra vida laboral tomáramos la determinación de enfocarnos en lo nuestro. Seguramente, nuestra productividad se dispararía, ya que podríamos cumplir con nuestras tareas, sin descuidarlas ni postergarlas.
El ambiente laboral sería excelente, porque podríamos respetar la privacidad, la autonomía y la autoridad de los demás, sin invadirlos, controlarlos ni desafiarlos. Seríamos excelentes colaboradores, porque haríamos nuestro trabajo sin competir, manipular ni aprovecharnos de los demás.
3. Trabaja con diligencia
El tercer consejo que Pablo nos da es «trabajar con nuestras propias manos». Tal parece que en Tesalónica había personas que no querían esforzarse ni dedicarse a sus tareas, porque pensaban que el Señor vendría pronto. Incluso, algunos estudiosos opinan que muchos querían que la iglesia los mantuviera, quizá porque veían el ministerio como un escape al trabajo.
El caso es que Pablo los exhortó a trabajar con diligencia y no escapar de sus responsabilidades. Esto implicaba hacer un trabajo de calidad, lleno de excelencia y carente de negligencia. El Señor nos llama a hacer nuestro trabajo con integridad, sin mentir, engañar ni robar. Estamos llamados a trabajar con alegría, sin quejarnos, murmurar ni protestar:
Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven.
Colosenses 3:23-24 NBLA
Además, el llamado a trabajar con nuestras propias manos nos ayuda a evitar la pobreza, la dependencia de otros y la vergüenza. Estas cosas podrían afectar nuestra dignidad, nuestra libertad y nuestro testimonio cristiano ante el mundo, como veremos en el consejo 5. También nos ayuda a obtener sustento y satisfacción, los cuales son frutos de nuestro trabajo y dones que Dios nos da en su gracia:
Cuando comas del trabajo de tus manos, dichoso serás y te irá bien.
Salmo 128:2 NBLA
4. Sigue el ejemplo de otros
Si los tesalonicenses querían glorificar a Dios en su trabajo, debían seguir el ejemplo que habían visto en Pablo y sus colaboradores: «como les hemos mandado». El apóstol no solo mandaba, sino que predicaba con el ejemplo:
Porque recuerdan, hermanos, nuestros trabajos y fatigas, cómo, trabajando de día y de noche para no ser carga a ninguno de ustedes, les proclamamos el evangelio de Dios.
1 Tesalonicenses 2:9 NBLA
El Señor nos llama a aprender y emular las virtudes y las buenas prácticas de quienes son un referente de esfuerzo y diligencia. Para los tesalonicenses, ese ejemplo era el apóstol Pablo y sus colaboradores. Para nosotros, quizá se trate de aquellos que nos han precedido o que nos rodean en el trabajo.
5. Testifica al mundo con tu trabajo
El propósito de trabajar con diligencia era que los tesalonicenses «se conduzcan honestamente para con los de afuera y que no tengan necesidad de nada». Esto no se trata de una autosuficiencia enfermiza, sino de una actitud responsable ante la vida. Somos llamados a procurar cubrir nuestras necesidades con diligencia, sin depender de la sociedad, el gobierno o la iglesia.
Cuando lo hacemos así, mostramos el carácter, los valores y el mensaje de Cristo a aquellos que no le conocen o no le siguen. Testificamos que el Señor nos ha salvado y nos permite hacer buenas obras que le glorifican en todo:
Por eso, no sean partícipes con ellos porque, si bien [ustedes] en otro tiempo eran tinieblas, ahora son luz en el Señor. ¡Anden como hijos de luz! (Efesios 5:7-8)
Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos. (Mateo 5:16)
Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. (Efesios 2:10)
Cuando nos conducimos honestamente para con los de afuera, trabajando diligentemente y con excelencia en todas las cosas, damos testimonio de que el Señor ha dado sentido a nuestra vida y ha provisto los medios necesarios para obtener lo que necesitamos.
Espero que estos cinco consejos nos permitan glorificar a Dios en nuestro trabajo. Si los ponemos en práctica, veremos cómo nuestro trabajo se convierte en una forma de adoración a Dios, servicio los demás y testimonio al mundo.