3 Razones para Confiar Plenamente en Dios (Salmo 23:1)

¿Cómo ha sido tu semana? ¿Cómo ha comenzado tu mes? Tal vez ya te has enfrentado a situaciones difíciles. Circunstancias que parecen más grandes que tus fuerzas. Puede que estés lidiando con un diagnóstico médico complicado, una crisis económica, o la falta de algo importante en tu vida. Es natural sentirse abrumado. Todos en algún momento hemos sentido miedo, duda o frustración.
Pero hoy quiero invitarte a mirar hacia Dios. A recordar que no estás solo. La Biblia nos ofrece palabras llenas de esperanza, y una de las más poderosas se encuentra en Salmo 23:1: “Jehová es mi pastor, nada me faltará.”
Este versículo no es solo una frase bonita. Es una declaración profunda de confianza. Y en ella encontramos tres razones firmes para confiar plenamente en Dios: su identidad, su relación con nosotros, y su promesa para nuestra vida.
Contenido de este artículo
I. Podemos confiar en Dios por quién es Él
El salmo comienza con una palabra clave: “Jehová”. Ese no es cualquier nombre. Es el nombre personal de Dios. Cuando Moisés le preguntó a Dios cómo debía presentarlo al pueblo de Israel, Él respondió: “YO SOY EL QUE SOY” (Éxodo 3:14). Y añadió: “Jehová es mi nombre para siempre.”
Jehová es el Dios eterno, el que no necesita nada ni a nadie para existir. Es el Creador de todo lo que existe. Él da vida, sostiene la creación, y gobierna con poder y sabiduría. No está limitado por el tiempo ni por el espacio. Su trono está en el cielo, y toda la tierra está bajo su control (Isaías 66:1).
Este mismo Dios se ha revelado a nosotros y ha hecho un pacto con su pueblo. Ha prometido ser nuestro Dios, y que nosotros seamos su pueblo (Jeremías 31:33). No es un Dios lejano, ni ausente. Es fiel, justo y constante. No cambia de parecer. No abandona. No olvida sus promesas. Y por eso es digno de toda nuestra confianza.
II. Podemos confiar en Dios por la relación que tiene con nosotros
El salmo dice: “Jehová es mi pastor.” No dice simplemente que Dios es un pastor o el pastor, sino mi pastor. Esta es una declaración personal. Habla de una relación cercana e íntima.
Dios no es solo un Rey poderoso. También es un pastor tierno que cuida de sus ovejas. Nos guía, nos protege y se preocupa por cada detalle de nuestra vida. Jesús lo dijo claramente: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” (Juan 10:11).
Él nos conoce por nombre. Sabe cómo somos. Conoce nuestras luchas, nuestras debilidades, nuestros temores. Y a pesar de todo, no nos abandona. Como un buen pastor, está dispuesto a dejar las noventa y nueve ovejas para ir en busca de la que se ha perdido.
David, quien escribió este salmo, sabía bien lo que significaba ser pastor. En su juventud cuidó ovejas, y arriesgó su vida para protegerlas de osos y leones. Esa experiencia le ayudó a entender cómo Dios cuida de nosotros: con amor, con firmeza, con sacrificio.
Charles Spurgeon escribió unas palabras memorables sobre las ovejas:
“La oveja es una de las criaturas más insensatas. Va para cualquier lado, excepto en la dirección correcta. Abandona una pradera fértil para entrar en un desierto. Encuentra muchos caminos, menos el correcto. Podría vagar por un bosque y abrirse paso por barrancos hasta las fauces de un lobo, pero jamás, por cautela, alejarse del lobo. Podría deambular alrededor de su guarida, pero no se alejaría instintivamente del lugar de peligro. Sabe cómo perderse, pero no sabe cómo volver a casa. Si se la deja librada a su suerte, no sabe en qué pastos alimentarse en verano ni dónde resguardarse en invierno.”
Y debemos reconocer que muchas veces somos como las ovejas —confundidas, tercas, vulnerables—, pero Dios no se aleja. Al contrario, nos corrige con amor y nos muestra el camino de regreso.
III. Podemos confiar en Dios por lo que Él promete
El versículo termina con una promesa clara: “Nada me faltará.” No dice “casi nada”, ni “lo esencial”. Dice “nada”. Es una declaración de plena confianza en la provisión de Dios.
Esto no significa que nunca tendremos dificultades. Lo que significa es que Dios siempre nos dará lo que necesitamos para vivir conforme a su voluntad. Como dice Filipenses 4:19: “Mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”
Dios sabe lo que es verdaderamente bueno para nosotros. Jesús dijo en Mateo 6:31-33 que no debemos afanarnos por lo que vamos a comer o vestir, sino buscar primero el Reino de Dios, y entonces todas esas cosas nos serán añadidas.
Incluso cuando enfrentamos debilidad, Dios nos da su gracia. El apóstol Pablo aprendió esto cuando el Señor le dijo: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:9).
El salmista no está diciendo que Dios nos dará todo lo que deseamos. Está diciendo que no nos faltará lo que realmente necesitamos. Y si tenemos a Dios como nuestro pastor, entonces tenemos todo lo necesario.
Como escribió Pablo en Romanos 8:32: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?”
Cuando enfrentamos días difíciles, es fácil perder la esperanza. Pero el Salmo 23:1 nos recuerda que tenemos un Dios poderoso, cercano y fiel. Podemos confiar en Él por lo que es, por cómo se relaciona con nosotros y por lo que nos promete.
No estás solo. Si Dios es tu pastor, entonces puedes descansar con plena confianza: nada te faltará.