5 Verdades que nos Enseña el Nacimiento de Cristo sobre Dios

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El nacimiento de Cristo es un evento crucial en la historia humana. Es el acontecimiento que marca un antes y un después en nuestro calendario.

No hace falta que seas cristiano para apreciar su trascendencia; pero si lo eres, sabes que este suceso es de suma importancia, pues tiene que ver con nuestra conversión y nuestro destino eterno.

Por ello, en este artículo, quiero llevarte a apreciar algunas verdades que el nacimiento de Cristo nos muestra. Lo haremos a partir del relato que encontramos en el Evangelio de Lucas 2:1-14.

Verdad 1 – Dios es soberano

Lucas abre la narración diciéndonos que César Augusto, el Emperador romano, había promulgado un decreto por el cual todo mundo debía de ser censado (Lc. 2:1).

El edicto no solo tenía la finalidad de tener estadísticas actualizadas de los ciudadanos, sino de tener un control riguroso para el cobro de los impuestos.

Esto llevó a José y María, que se encontraban en Galilea, a emprender el viaje a Belén de Judea para ser empadronados (Lc. 1:3-4).

Este decreto comienza a desencadenar una serie de eventos, cuyo fin apuntaba al cumplimiento de las profecías que tenían que ver con el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Por ejemplo, el Señor prometió que el Salvador nacería en Belén, por medio del profeta Miqueas:

Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.

Miqueas 5:2

Este anuncio se dio unos 700 antes del nacimiento de Cristo, y Lucas registra el cumplimiento de esta promesa.

José y María tuvieron que viajar a su ciudad de origen para que Jesús, el Señor, naciera estando ellos en Belén (Lc. 1:6).

Esto fue posible porque Dios tenía el control de todas las circunstancias. Dios estaba obrando por medio del edicto de César Augusto, y protegiendo a María y José de cualquier peligro en el camino para que llegaran a su destino.

Así es nuestro Dios. Él tiene control de todas las cosas que acontecen en nuestro mundo para cumplir su voluntad. El Señor utiliza aún a los impíos para llevar a cabo sus planes, y cumple lo que promete en el tiempo señalado (Gá. 4:4).

En su absoluta soberanía, nuestro Dios gobierna, conoce y determina la historia. No hay nada que escape de su control, nada que impida el cumplimiento de su voluntad (Is. 46:10).

Verdad 2 – Dios está cercano

El nacimiento de Jesús nos revela un gran misterio: Dios es a la vez trascendente (distinto de su creación) e inmanente (cercano a su creación). Este misterio se encuentra plenamente revelado en el hecho de que la Segunda Persona de la Trinidad se encarnó y vino a nuestro mundo.

El Creador del universo nació en un pesebre, envuelto en pañales, como un niño indefenso que necesitaba la protección de sus padres (Lc. 1:7). El Dios eterno había irrumpido en el tiempo y el espacio, por medio de la encarnación del Hijo.

El evangelio de Juan lo expresa de la siguiente manera:

Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros.

Juan 1:14a (NVI)

Aunque es santo y nosotros somos pecadores, el Señor no está distante, sino que habitó en nuestro mundo. Se identificó plenamente con lo que significa ser humano. Conoce nuestras debilidades, nuestro dolor y las dificultades que tenemos que experimentar en este mundo caído.

Él se involucra con su creación activamente. No nos ha abandonado a nuestra suerte, como dicen los deístas. Tan cercano está a nosotros que nos abrió un camino por medio de su Hijo para que pudiésemos llegar a él con total confianza (Jn. 14:6; He. 10:20-22).

Saber que Dios se hizo hombre y que está a nuestro alcance debe producir gozo en nosotros. Su encarnación nos permite tener una relación íntima con él. Ha hecho su tabernáculo en medio de nosotros (Jn. 1:14); él es Emanuel, Dios con nosotros (Is. 7:14; Mt. 1:23).

Verdad 3 – Dios no comparte su gloria

Sin duda, el lugar donde nació nuestro Señor Jesucristo fue el lugar más inesperado. No nació en un palacio, sino en un lugar sucio, donde comían y dormían las bestias. Eso era un pesebre.

Hay un himno clásico que expresa muy bien esta idea, la primera estrofa dice lo siguiente:

¡Qué bella historia!
De su excelsa gloria
Bajó el Salvador,
Jesús mi Redentor.
Nació en pesebre,
Despreciado y pobre,
Varón de lágrimas
y de dolor.

William E. Booth-Clibborn

Dios cuidó cada detalle al determinar el lugar donde nacería nuestro Salvador. Por ejemplo, es importante notar que Jesús nació en la ciudad de Belén, un pueblo muy pequeño, casi insignificante.

Él pudo haber nacido en Roma o en Jerusalén, ciudades muy importantes tanto para los gentiles como para los judíos. Pero no fue así. Nació en un establo, acompañado de animales, sin los más mínimos cuidados que un nacimiento demandaría. Sus padres terrenales no fueron nobles. José era artesano (carpintero) y María una joven humilde.

¿Por qué nació el Salvador y Creador del mundo en estas condiciones? Para mostrar y proteger su gloria.

Dios lleva a cabo sus designios de tal manera que la gloria sea solo para él. Es un Dios celoso que no comparte su gloria con nadie (Is. 42:8).

Aquel niño que vino al mundo en las circunstancias más humildes, había nacido para avergonzar a los sabios y a los poderosos.

La primera carta de Pablo a los Corintios resume bien esta idea:

Hermanos, consideren su propio llamamiento: no muchos de ustedes son sabios, según criterios meramente humanos; tampoco son muchos los poderosos, ni muchos los de noble cuna. Pero Dios escogió lo tonto del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse.

1 Corintios 1:26-29 (NVI)

La gloria de Dios brilla refulgentemente donde la capacidad y el orgullo humano no tienen cabida. El hecho de que el nacimiento de Jesús estuviera caracterizado por la más grande expresión de humildad hace que Dios se lleve toda la gloria y que nadie pueda jactarse delante de él.

El proceder de Dios opera de tal manera que, en la debilidad humana, su nombre sea fuerte; en la ignorancia y locura, su sabiduría brille; en el desprecio y la pobreza, su riqueza sea manifiesta.

Verdad 4 – Dios se ha revelado en el evangelio

Uno esperaría que un evento tan extraordinario fuera conocido por las multitudes o que el universo entero se estremeciera y todos vieran la venida del Hijo de Dios al mundo. Pero no fue así. El nacimiento de Cristo pasó casi desapercibido.

Sin embargo, eso no significa que nadie se dio cuenta. Dios, en su gracia, mandó ángeles a anunciar el nacimiento del Salvador a unos sencillos pastores. Los ángeles les anunciaron tanto el evento como el significado del mismo (Lc. 1:8-10).

Dios mismo se ha revelado por medio del anuncio (evangelio, buenas noticias) del nacimiento de un Salvador, Cristo el Señor.

Observa la declaración que hacen los ángeles a los pastores:

Pero el ángel dijo: No tengan miedo. Miren que traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. 

Lucas 2:10-11 (NVI)

Los ángeles cuentan la gran noticia de que Dios ha venido al mundo para salvarnos del pecado (1 Tim. 1:15). Esta es una buena noticia que debe de ser motivo de gran regocijo para los hombres.

El nacimiento de Cristo no debe ser considerado como algo externo al evangelio. Para los pastores, la noticia del nacimiento del Salvador fue el evangelio. De la misma manera, hoy muchos necesitan escuchar las buenas nuevas de que el Salvador que el mundo tanto necesita ha nacido en Belén de Judea.

Dios se ha revelado por medio del evangelio. Seamos instrumentos para llevar estas buenas nuevas a un mundo que las necesita urgentemente.

Verdad 5 – Dios ha glorificado su nombre al reconciliarnos con él

Los pastores presenciaron un hecho sobrenatural que revela la gloria de Dios, al reconciliar a los pecadores con su Creador:

De repente apareció una multitud de ángeles del cielo,
que alababan a Dios y decían:
Gloria a Dios en las alturas,
 y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad

Lucas 2:13-14 (NVI)

Este parece ser el clímax del relato. El silencio nocturno, de pronto, se interrumpe con una escena gloriosa de adoración. La noche en que Jesús nació no pasó desapercibida en el cielo. Las huestes angelicales se regocijaron, cantaron y alabaron al Señor.

Su asombro describe la gloriosa sabiduría de Dios, al reconciliar a hombres pecadores con un Dios tres veces Santo (Sal. 15:1). A causa de esta reconciliación sobrenatural, ahora tenemos paz con Dios (Ro. 5:1).

Como escribió el gran C.S. Lewis:

El Hijo de Dios se hizo hombre, para permitir que los hombres sean hijos de Dios.

Ahora podemos vivir cada día en completa adoración a nuestro gran Dios y cantar:

¡Gloria a Dios en las alturas!

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Mario Llanos
Mario Llanos

Mario es miembro de Iglesia Bíblica de la Gracia en Ahuachapán, El Salvador, donde sirve como Diácono, Predicador y Músico. Está casado y tiene 1 hijo. Posee una Licenciatura en Psicología General y disfruta leer sobre Teología, Apologética Cristiana y Filosofía. Es fan de "El Señor de los Anillos" de J.R.R. Tolkien.

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