Cómo Experimentar la Paz de Dios
Significado, base, fuente y experiencia de la paz de Dios
Vivimos en un mundo en que la vida se vuelve cada día más difícil de sobrellevar. Las guerras, las crisis económicas, la violencia descontrolada, las enfermedades, y las crisis emocionales propias de nuestro mundo roban nuestra tranquilidad. Nuestros niveles de ansiedad y los números de suicidios por insatisfacción con la vida están cada vez más altos. En pocas palabras, necesitamos paz.
No importa nuestra edad, todos necesitamos paz. Necesitamos paz verdadera, paz que pueda sostenernos en medio de las circunstancias difíciles. Por eso, hoy vamos a considerar la paz de Dios y cómo podemos echar mano de ella en medio de las dificultades de la vida.
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Romanos 5:1
En este versículo, consideraremos el significado de tener paz con Dios, la base de nuestra paz con Dios, la fuente de nuestra paz con Dios, y nuestra experiencia de la paz de Dios.
El significado, la base, la fuente, y nuestra experiencia.
El significado de tener paz con Dios
Primero, pensemos en la paz con Dios de manera objetiva. Por naturaleza, todo ser humano nace en un estado de enemistad con Dios a causa del pecado. Esto significa que nuestra relación natural con el Creador es precisamente lo contrario de la paz.
Hay una guerra declarada entre un Dios santo que no puede convivir con nada que esté contaminado con el pecado, y el ser humano que está totalmente contaminado con el pecado en sus acciones, palabras, y pensamientos. Por eso es que el apóstol Pablo escribe en el versículo 10 que nosotros éramos “enemigos de Dios”.
Toda persona que en este preciso momento no ha sido reconciliada con Dios por medio de Cristo está en primera línea de batalla enfrentando a un enemigo al que no podrá vencer. Está enfrentándose al Señor de los ejércitos, quien no dudará en atacar con todo su poder y despedazar a sus enemigos.
Por tanto, si lo dimensionamos correctamente, la ausencia de paz entre Dios y nosotros es la calamidad más grande que enfrentamos. La paz para con Dios es la necesidad más grande de todo ser humano. Por sobre todas las cosas, necesitamos estar en paz con Dios. Necesitamos que la guerra que tenemos con él a causa de nuestro pecado termine en buenos términos.
Sin importar nuestro trasfondo social, económico, laboral, académico, sin importar nada más, necesitamos paz con Dios. Y solo él puede proveer la paz que necesitamos.
La base de nuestra paz con Dios
La base de nuestra paz con Dios es la justificación por fe que recibimos al creer en Cristo.
Nuestro texto dice: “Justificados, pues, por la fe...” La justificación es el acto judicial por el que pecadores injustos son declarados justos a la vista de un Dios justo y santo. No son justos en sí mismos, no poseen santidad inherente dentro de ellos. Pero su récord judicial es declarado limpio porque alguien más ha pagado la deuda que ellos tienen con la justicia divina.
Esto significa que la justicia perfecta de Cristo es contada a favor de los pecadores que ponen su fe en él. Esta justicia incluye la obediencia de Cristo a todas las exigencias de la ley de Dios y su sacrificio que satisfizo la justicia de Dios al castigar nuestro pecado en Cristo. Por tanto, nada menos que un glorioso intercambio puede cambiar nuestra condición delante de Dios:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
2 Corintios 5:21
Sin este intercambio, somos criminales acusados delante de un Juez perfecto.
El veredicto está en nuestra contra y hemos sido hallados culpables, así que enfrentamos la justicia de un Juez perfecto. Todos hemos quebrantado la ley de Dios en nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestras palabras, así que merecemos ser castigados con la ira de Dios. Para justificarnos, no hay nada que podamos hacer en nosotros mismos.
Solo Dios puede declararnos justos, pero él no puede simplemente decir que no somos culpables, porque en realidad lo somos. Somos culpables que merecen castigo. Necesitamos que nuestra deuda con la justicia divina sea pagada, pues la justicia de Dios no puede simplemente ser ignorada.
Y esto nos lleva a considerar a Cristo como la fuente de nuestra paz.
La fuente de nuestra paz con Dios
La segunda parte del versículo afirma que “tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Jesucristo es la fuente de nuestra paz con Dios. Como Dios, Él es el Dios de paz, Él es el príncipe de paz, Él es la fuente de paz.
Toda la plenitud de Dios habita en Cristo, y si Dios es la única fuente de paz, entonces el Hijo de Dios es el medio por el cual todas las bendiciones espirituales de la salvación son comunicadas a los creyentes. Él no solamente hace posible que tengamos paz con Dios, sino que según Efesios 2:14, él mismo es nuestra paz.
La fuente de nuestra paz con Dios no está en nuestro interior; no está en nuestro comportamiento; no está en lo que somos o hacemos; no está en nuestras capacidades inherentes; sino en Cristo.
Todo aquel que reconozca que está en guerra contra un Dios santo, que está sentado en el banquillo de los acusados, y que su culpa ha sido comprobada, debe correr al Hijo de Dios como la única fuente de paz. Solo porque Cristo recibió el castigo que nosotros merecemos es que ahora podemos acercarnos a Dios y no ser destruidos en el instante.
Ahora pasamos a considerar el aspecto subjetivo de la paz con Dios, es decir, nuestra experiencia de la paz de Dios en las dificultades de la vida.
Nuestra experiencia de la paz de Dios
Tener paz con Dios por medio de Cristo es un hecho que no podemos cambiar. No importa cómo nos sintamos respecto a nosotros mismos, la paz que Dios ha establecido con nosotros es inconmovible. Una vez que él ha hecho la paz con nosotros, no hay nada que pueda romper esa paz. Somos aceptados por Dios eternamente en Cristo.
Ahora bien, hay preguntas genuinas que todos nos podemos hacer:
¿Cómo puedo experimentar la paz de Dios en mi vida?
¿Cómo puedo tener una vida marcada por la paz de Dios y no por la angustia de las adversidades que enfrento?
¿Cómo puedo tener paz en medio de un diagnóstico de salud difícil que pareciera truncar mis sueños más legítimos?
¿Cómo puedo experimentar paz en un mundo tan conflictivo?
Y lo primero que debemos hacer es recordar que la amenaza más grande que enfrentamos ha sido quitada. Ya no estamos sujetos a la ira de Dios, porque Cristo sufrió el castigo que nosotros merecíamos sufrir, y ahora somos tratados como si hubiéramos obedecido de la manera en que Cristo obedeció. Ya no estamos sentados en el banquillo del acusado, ya no somos vistos como culpables delante de Dios.
No importa lo que venga a nuestras vidas, la amenaza más grande ha sido quitada y ahora tenemos paz con Dios. Ahora, en lugar de castigarnos, el Señor nos abraza. En lugar de mirarnos con ira, nos sonríe. En lugar de reprocharnos, nos consuela en medio de las tribulaciones. En parte eso es lo que Pablo quiere comunicarnos cuando dice que la paz de Dios es aquella que sobrepasa todo entendimiento:
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:6-7
En momentos difíciles, podemos gloriarnos en el hecho de que lo peor que podría pasarnos está solucionado. Podríamos recibir el justo y duro juicio de Dios, pero hemos sido declarados justos por la fe, y ahora tenemos paz eterna con nuestro Creador.
Permite que eso te llene de gozo este y todos los días de tu vida.


